Para el ego, siempre inmerso en una demente batalla, es imprescindible aliarse, con mayor razón el ego busca las alianzas cuando concibe algo "suyo" en riesgo.
Pareciera que el ego no batalla, que el ego simplemente toma acción; sin embargo, toda la acción del ego es guerra, no hay paz donde el ego actúa. Armado con la espada del juicio, la coraza de “identidad” con la que se provee de un falso sentido de pertenencia, bajo la premisa de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” el ego decide aliarse.
Vana pérdida de tiempo es revisar el comportamiento del ego que no es otra cosa que una ilusión, en lugar de ponerle nombre y apellido (otra ilusión) que tampoco lleva a la paz; lo que preciso ahora es pedir ayuda.... pero no la ayuda para librar una batalla, jajajaja, no, tampoco ayuda para que el “ego misericordioso” sea bueno y pase por alto la afrenta. No. Pido ayuda en el inefable recordatorio de que: todo es perfecto tal como es.
Pareciera que el ego no batalla, que el ego simplemente toma acción; sin embargo, toda la acción del ego es guerra, no hay paz donde el ego actúa. Armado con la espada del juicio, la coraza de “identidad” con la que se provee de un falso sentido de pertenencia, bajo la premisa de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” el ego decide aliarse.
Vana pérdida de tiempo es revisar el comportamiento del ego que no es otra cosa que una ilusión, en lugar de ponerle nombre y apellido (otra ilusión) que tampoco lleva a la paz; lo que preciso ahora es pedir ayuda.... pero no la ayuda para librar una batalla, jajajaja, no, tampoco ayuda para que el “ego misericordioso” sea bueno y pase por alto la afrenta. No. Pido ayuda en el inefable recordatorio de que: todo es perfecto tal como es.
"Los que son conscientes de la fortaleza de Dios jamás podrían pensar en batallas. ¿Qué ganarían con ello sino la pérdida de su perfección? Pues todo aquello por lo que se lucha en el campo de batalla es del cuerpo: algo que éste parece ofrecer o poseer. Nadie que sepa que lo tiene todo podría buscar limitaciones ni valorar las ofrendas del cuerpo. La insensatez de la conquista resulta evidente desde la serena esfera por encima del campo de batalla. ¿Qué puede estar en conflicto con lo que es todo? ¿Y qué hay ahí que ofreciendo menos pudiese ser más deseable? ¿A quién con el respaldo del Amor de Dios podría resultarle difícil elegir entre los milagros o el asesinato?"
Cap.23.IV.9.1-8
Libro de Texto
Un Curso de MilagrosA Course In Miracles
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