lunes, abril 02, 2018

Pascua de liberación

La Pascua, tal cual,  no del paso de Egipto, pero sí del paso hacia la liberación  de esta esclavitud en la que me tiene el ego sutil, ese ego tamposo que nunca me dió un contrato para firmar mi propia sentencia.  Este ego que no hace las cosas en blanco y negro, no da contratos a firmar,  él es experto en lo tácito, lo implícito, lo omitido,  elabora sus mentiras a partir de medias verdades,  y así -de a poco- el ego gana terreno, un terreno que siembra con dolor, con miedo y sufrimiento.  A los que me encadena, mientras se pone a limpiar el terreno de malas hierbas y piedras de desolación que echa en el costal de mi espalda y pesa,  pesa como cruz, la misma con la que me crucifica, deleitándose. El ego se goza en el dolor,  tiene que venir a ver cómo me martilla esta mente con pensamientos recurrentes, rumiantes, culpantes.  Por mi culpa, por mi gran culpa... ...qué tal cambiar ese "por mi culpa" a sólo darme cuenta que soy responsable de haberle cedido dominio.

Esta sesión de dominio no la hice conscientemente, pero la hice.  Así que ahora reconozco la falta de perdón que dejé crecer 
en mi terreno  y que me impide ver claramente a mis herman@s, vecin@s,  jefes,  hij@, conyuge y prójimos tal como son en el Amor ahora.  Llevo tantos años viendo desde los ojos del miedo y rencor que necesito pedir ayuda porque no sé cómo ver.

Viene el Espírtu Santo al instante, me recuerda que el perdón borra los trazos de separación y me dice que la Expiación es una cadena eslabonada de perdón que restaura la unicidad en todo y todos.  

Mi corazón late,  me acerco y entonces el cuerpo que busco ya no está ahí,  ya no es víctima de ningún ataque,  no puede serlo,  porque no es un cuerpo,  es libertad sin fronteras de piel, es amor en extensión.

Desde esa tumba vacía me alcanza, sabe mi nombre, lo hizo por mi, puedo volver al Padre, yo contigo y tu conmigo.


Ya no hay nada que disculpar porque somos uno, no hay separación.

Es una Pascua de Liberación. 





Dice UCDM:

"Todavía miras con los ojos del cuerpo y estos sólo pueden ver espinas. Sin embargo has pedido ver otra cosa y se te ha concedido.  Aquellos que aceptan el propósito del Espíritu Santo como su propósito comparten asimismo Su visión.  


Y lo que le permite a Él ver irradiar Su propósito desde cada altar es algo tan tuyo como Suyo.  El no ve extraños sino tan solo amigos entrañables y amorosos. 

El no ve espinas, sino unicamente azucenas que brillan en el dulce resplandor de la paz la cual irradia su luz sobre todo lo que El contempla y ama. 


Durante estas Pascuas
contempla a tu hermano con otros ojos...

...Gozas ya de la visión que
te permite ver más allá de las ilusiones.


 Se te ha concedido para que no veas espinas,
ni extraños, ni ningún obstáculo para la paz.  


El temor a Dios ya no significa nada para tí. ¿Quién temería enfrentarse a las ilusiones, sabiendo que su salvador está a su lado?  Con él a tu lado tu visión se ha convertido en el poder más grande que Dios Mismo puede conceder para desvanecer las ilusiones,  pues lo que Dios le dió al Espíritu Santo, tu lo has recibido.  

El Hijo de Dios cuenta contigo para su liberación.  Pues tu has pedido -y se te ha concedido- la fortaleza para poder enfrentarte a este último obstáculo y no ver clavos ni espinas que crucifiquen al Hijo de Dios y lo coronen como rey de la muerte.

El hogar  que has elegido está al otro lado, más allá del velo.  Ha sido cuidadosamente preparado para ti y ahora está listo para recibirte. 

No lo verás con los ojos del cuerpo. 

Sin embargo ya dispones de todo cuanto puedas necesitar.  Tu hogar te ha estado llamando desde los orígenes del tiempo y nunca has sido completamente sordo a su llamada.  Oías pero no sabías cómo mirar, ni hacia donde. Pero ahora sabes. 

El conocimiento se encuenta en ti, presto a ser revelado y liberado de todo el terror que lo mantenía oculto. 

En el amor no hay cabida para el miedo. 

El himno de la Pascua es el grato estribillo que dice que al Hijo de Dios nunca se le crucificó.  Alcemos juntos la mirada, no con miedo sino con fe. 

Y no tendremos miedo pues no veremos ninguna ilusión,
sino una senda que conduce a las puertas del Cielo,
el hogar que compartimos,
en un estado de quietud
donde moramos dulcemente
y en paz como uno solo."


Pascua no es la celebración del costo de la separación, 
sino la celebración de su final.

¡Celebremos!


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