sábado, octubre 31, 2009

Aprender a desaprehender


Buen repaso de la lección 1 "Nada de lo que veo significa nada".

Me preguntaron hoy " ¿por qué repasar esto, cuál es la aportación de la lección uno "nada de lo que veo significa nada"? "

Bueno, resulta que el sufrimiento no es una experiencia, sino que es una interpretación. Misma que ocurre "en mi mente" a partir de los significados (juicios, atributos, historias) que he dado a las cosas, sucesos y personas. Si el sufrimiento es una interpretación ¿cuánto del sufrimiento proviene de los "significados"?

Entonces ¿qué tan útil para tu paz puede resultar el quitarle el significado que le he dado a las cosas, sucesos y personas?

Puedes imaginarte ahora a un bebé cuando duerme -además de verse divino - mueve a la contemplación, la atracción que ejerce es por la paz que transmite, paz de una mente en calma, no hay pasado, no hay futuro. Y cuando el bebé abre sus ojos te muestra el cielo entero. Sólo percibe el amor, no tiene lenguaje, no lo precisa; está en comunicación directa y perfecta contigo, conmigo, con la vida.

Luego vienen los años de aprendizaje, wow y cuánto aprendemos. La palabra que más escuchan los niños conforme crecen es "NO": "no porque te caes, no porque te quemas, no porque los niños no lloran, no porque no hay dinero, no porque primero la tarea, no porque es entresemana, no porque queda lejos, no porque no hay quien lo cuide y lo atienda y vivimos en un departamento, no porque te cortas, no porque no has comido primero come, no porque se te pican los dientes, no porque llueve, no porque no es hora, no porque te lastima, no porque no es tuyo, etc". Y este no pretende ser un párrafo con la intención de que cambiemos la forma de educar, sino sólo pretende ilustrar que esas ideas, sucesos y referencias van formando el campo de acción y de "identidad" además de
que van poniendo limitantes y límites. Pareciera que como en el camino a la "adultez" la única diferencia es la expansión del territorio, pero ahora esas paredes que nos delimitan tienen más y más conceptos, más y más ideas: ninguna liberadora, todas limitantes (por cuanto todas traen referencias a tiempo y espacio, restricción humana que la divinidad desconoce por entero).

Llega un punto que lo aprendido me vuelve su rehén, su presa, tornándome en lo aprehendido, quedo apresado por el significado que doy a todo; ilusamente creyendo que ese limitado y constreñido ámbito que abarco es la realidad y además creyendo que cada quien tiene la suya.
Realidad es Una. Verdad es Una. Vida es Una. Lo demás son: puntos de vista, interpretaciones, percepciones. Sólo la Verdad es Verdad y nada más lo es. La Realidad es constante, inmutable y todoabarcadora. Por ende mi cajita no es la realidad, no importa que tan ancha esté, ni que tan repletas, coloridas o vastas sean sus paredes. Dios es Real. Dios es Amor. El Amor que no deja de estar, por constante, por inmutable, por todoabarcador. Pero son justamente todos esos significados que doy a sucesos cosas y personas los que están obstruyendo el que pueda experimentar la presencia del Amor que soy y me conforma.

De ahí que me parezca sumamente útil para mí paz puede resultar el quitarle el significado que le he dado a las cosas, sucesos y personas. Y regresar a la lección 1. "Nada de lo que veo significa nada". Luego a la lección 2. "Le he dado a todo lo que veo todo el significado que tiene para mi."

Merece la pena, me he convencido.

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