
Llega un tipo a una ventanilla en un ministerio y cuando le preguntan el nombre dice:
- Ju-ju-ju-ju-an Lo-lo-lo-pez.
- ¿Qué? ¿Tartamudo?
- Ju-ju-ju-ju-an Lo-lo-lo-pez.
- ¿Qué? ¿Tartamudo?
- No señor. El tartamudo era mi padre. Y el del registro civil era un gracioso.
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"Y saldrás del instante santo riendo,
con tu risa y la de tu hermano unida a la de Él."
Texto 27.VIII.9.8
Un Curso de Milagros
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2 comentarios:
jajjaja. Buen chiste. Gracias por tu visita a mi triciclo...nos vemos. Un beso.
Creo que el humor nos permite reirnos de nosotros mismos, de lo que concebimos como trágico, de nuestras reacciones y nuestras caras de espanto.
La manera que encontré para sanar las heridas del pasado fue la risa. Reirme de la desgracia, de mis miedos y mis trabas. Reirme de mi misma es una caricia al corazón. Y contrario a lo que muchos piensan, riéndome de mí misma encontré el respeto y la complicidad de los demás. Abrazo este espacio y el comentario que dejaron en mi blog con tanto cariño. Saludos!
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