El abuelo, sigiloso para no interrumpir a la nena, se acercó y alcanzó a escuchar que la niña repetía en desorden letras del abecedario: -"....erre, de, ache, a, be, eme, de, efe, pe, ge, jota, ese, ene, zeta, te, eme, eme, cú, ele..." Lo estaba repitiendo en una forma queda, solemne y llena de reverencia.
Por la tarde el abuelo le preguntó a la pequeña qué hacía hincada frente al árbol. La niña le explicó: - "Estaba orando a Dios. Como yo no sé rezar bien, le doy a Dios todas las letras, porque él es Dios, entonces El las acomoda perfecto porque El ya sabe lo que yo quiero".
Nunca olvides que el Espíritu Santo no depende de tus palabras. El comprende las peticiones de tu corazón y las colma.
.
Dios le ha dado el poder de traducir las oraciones de tu corazón a Su
lenguaje.Un Curso de Milagros. Manual para el Maestro. 29.6
No hay comentarios.:
Publicar un comentario