domingo, diciembre 05, 2010

Ahí afuera no hay nada!!!

AHÍ FUERA NO HAY NADA!!!
escrito por Anna Horno,
el jueves, 02 de diciembre de 2010 a las 10:30

A menudo la práctica de Un Curso de Milagros resulta complicada de llevar a cabo sin enredarnos en lo que parece estar sucediendo en el mundo, pero eso es precisamente lo que se nos pide.

La teoría es bien simple: ahí fuera no hay nada!!, NADA!! Nada entre lo que debatirse, ni bueno ni malo, ni santo ni pecaminoso, nada que sea mejor o peor, perfecto o imperfecto. Todo sucede en nuestra mente y en ningún otro lugar.

Desde que comencé a estudiar el Curso, algo que siempre he tenido muy claro es que debo asumir la responsabilidad por TODO lo que percibo. Jamás depende de nada ni de nadie, únicamente depende de mí, de mi decisión de continuar juzgando como siempre he hecho, o de entregar, para que pueda cesar todo juicio. De modo que cuando se me plantea un “dilema”, mi atención se vuelve hacia dentro, jamás hacia fuera, puesto que ahí fuera no está la solución. Ahí fuera sólo encuentro reflejos, benditos espejos que me muestran mis “puntos débiles”, que constantemente me invitan a volver a mi mente sana.

Nada está nunca condicionado por las apariencias, nada está nunca sujeto a la forma, a menos que así lo decida. Pero esa decisión, no tiene nada que ver con la práctica rigurosa de las enseñanzas de un Curso de Milagros.

Así que cuando mi hija decide estar de mal humor, yo también tengo una decisión que hacer: la de percibir su malhumor y reaccionar a él, o la de entregar al Espíritu Santo para que Él pueda trabajar en mi mente. Cuando un maestro, o un compañero de trabajo, o mi padre, o el desconocido que pasa por la calle junto a mí, es en apariencia grosero en sus expresiones, yo puedo decidir quedarme en la forma, perpetuando la culpa, o puedo ir un poco más allá y aprovechar lo que sí me resulta útil, comenzando por entregar esa “molestia” fruto de mi error de apreciación.

Las decisiones que tomamos de la Mano del Espíritu Santo, siempre sirven al propósito del Amor y la Unión, jamás al del juicio, el conflicto y la separación.

Mientras creamos estar experimentando la dualidad, cierto es que siempre podremos tener preferencias, siempre podremos elegir entre unas cosas que nos gustan más que otras, pero eso debe ser, simplemente una preferencia. A mí me gusta más la montaña que el mar, el frío que el calor, el color verde más que el gris, que me hablen dulcemente a que lo hagan a gritos… pero sólo es una preferencia. Ello significa que no voy a excluir del Amor de Nuestro Padre a todo lo demás, porque si lo excluyo, ¿dónde queda mi práctica del Amor?... es fácil amar lo que ya es afín a nosotros.

Independientemente de mis preferencias, debo aprender a amarlo TODO (“Dios está en todo lo que veo” – Lección 29, una de mis favoritas), puesto que cada cosa que percibo en el mundo y que provoca rechazo en mí, es tan sólo una parte de mi mente escindida que reclama su regreso a la Unidad.

De manera que tal como yo lo veo, nunca se trata de los otros, siempre se trata de mí y de lo que yo decido hacer con lo que parece suceder. No importa lo que los demás parece que hacen, porque los demás no están ahí tal como mis sentidos físicos los experimentan, sólo importa lo que yo decido hacer al respecto, porque en esa decisión está en juego la visión de Cristo.

Cualquier juicio o interpretación dará lugar a que demos realidad a lo que no es… el ego se frota las manos. El ego, siempre tratando de hacernos creer en la verdad de lo falso, siempre justificando, argumentando, interpretando, dando significado… todo para mantener nuestra culpa bien alejada de la Expiación.

Sin juicios, sin prejuicios, sin apegos, sin interpretaciones, sin expectativas, como simples observadores, sin más deseo que el de permanecer en paz, respondiendo con Amor a todo por igual… así caminamos en la dirección de nuestro Santo Hogar.

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1 comentario:

acaracolada dijo...

Hay que despertar , muy bueno !!