viernes, octubre 01, 2010

Entre ceja y ceja

Conservo "entre ceja y ceja" esta idea que me ha sido útil para ilustrarme, ejemplificarme con un cuento fantasioso (como todos mis cuentos) la forma en que un componente del todo se percibe separado y no alcanza a distinguir la Totalidad, la Verdad que es sólo Una.



Así, va mi cuento:
Había una vez Un Cuerpo Humano, sólo uno, el Unico, la unicidad. En este cuerpo subsistían infinitos sitemas y subsistemas, mismos que le daban forma, lo conformaban. Así, había un sistema cardiovascular, un sistema nervioso, un aparato ocular, uno digestivo y todo lo que de anatomía hayas aprendido, eso es lo que lo conformaba. Bueno pues este cuerpo tenía extremidades, tronco y cabeza, en la cabeza había nariz, ojos, boca, orejas. Este cuerpo se mantenía o tenía su sustento en el amor, la energía de vida.

Un buen día, entre "ceja y ceja" precisamente LA CEJA con el libre albedrío decidió en ese momento no pensar en, con y a base del amor y por tanto entre "entre ceja y ceja" se imaginó a sí mismo como único, inigualable, distinto y ajeno al todo.

Esta ceja, se vió a si misma sola, tuvo miedo. Y para suavizar el terror que la ilusión de soledad le prodigaba, comenzó por inventarse historias. Historias que le daban identidad de cejas, brindándole una ficticia sensación de unión.

Los vellos de las cejas se autonombraron vellos superiores y se distinguieron asi mismos de cualquier otro vello capilar, que las más de las veces les parecían inferiores.

La ceja amalgaba esta supuesta unidad recurriendo a repetir sucesos pasados donde narraba cómo LA UÑA años atrás había arrancado sin piedad de la ceja aquel vello que era hermano de su tatarabuelo, entonces las cejas debían unirse contra la supuesta crueldad de la uña, de los dedos, de las manos.

LA CEJA no reconocía que el mismo calcio que la conformaba, era el elemento que constituía a los otros vellos y más aún, incluso era el elemento que conformaba a la UÑA. Ah no, pero la ceja no lo quería ver. Pensar que "uña y cejas estuvieran hechos de lo mismo" era una idea que atacaba a "su identidad". Suponer que la ceja era sólo un fragmento que formaba parte del Todo minaría la noción que ella tenía de si misma. Y la ceja no lo iba a permitir. Entonces como círculo vicioso recurría a narrar sucesos y a instrumentar mecanismos que provocaran la unión de las cejas, desconociendo que esta ficticia unión lamentablemente se daba a costa de la separación de la ceja con todos los demás.

La ceja fue un paso más allá, empezó a tener idea de las cejas naturales, las cejas canosas o de la tercera edad, la cejas pueriles o infantes, las cejas teñidas, las cejas decoloradas y estableció los mecanismos para "unir" y agrupar a las cejas según su apariencia, uso y clasificación. La ceja percibió cejas lonjevas y cejas temporales y se dispuso a imaginarse las tareas a realizar necesarias para permanecer más tiempo con vida. Su ejercicio consistía en arquear las cejas, fruncir las cejas. Emociones que le convalidaban la idea de que la vida estaba hecha de emociones, las cuales sólo ella era capaz de expresar.

Esta ceja encontró la comprobación a la teoría que se había formado del mundo. Su teoría cada vez más compleja incluía clasificaciones, conceptos, códigos de conducta, preceptos, prejuicios, aseveraciones. Ninguna de sus teorías desvanecía por completo el estres y miedo, porque desconocía que este miedo era justamente producido por haberse concebido o imaginado como separada del todo.

La Ceja, no cejaba en su afán de buscar la paz. Paradójicamente fue en ese afán el que la llevó a librar las batallas más cruentas. Ya te seguiré contando otro día.
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Imaginate que el cuerpo de este cuento se llamara "Luisito" y que la CEJA dijera "sólo yo soy Luisito". La piel dijera "No, yo soy Luisito", el corazón dijera "No, yo soy Luisito".

De hecho ¿Qué parte de Luisito no es Luisito? Ninguna, todas lo son. Pero Luisito en realidad es el Todo, el conjunto universal, la diversidad en su conjunto, la unicidad.

Ahora te pregunto: ¿qué parte de tu cuerpo NO eres tu? Tu que sabes que eres la suma de todas tus partes, ¿puedes vislumbrar cómo también tu cuerpo no es más que una parte en la suma del TODO?

Ahora te pregunto: ¿qué necesita hacer o qué acciones tiene que tomar una de tus partes (manos, ojos, boca, ceja) para que la reconozcas como tuya? No tiene que hacer nada, verdad. Tu quieres a tus partes porque son. No necesitan hacer nada.

Ahora te pregunto: ¿qué necesita hacer o qué acciones tiene que tomar una de tus partes para que la ames más o para evitar que la ames menos? Qué pendejada verdad. No hay nada que mis cejas puedan hacer o dejar de hacer que ocasione que yo las ame más o que las quiera menos. Lo mismo es cuando tu crees que tus acciones te acercan o alejan del amor de Dios.

Ahora te pregunto: Si la ceja pudo identificarse como ceja oscura, teñida, rubia, lonjeva y eso le ocasionó perder su paz, la paz de quien descansa en el Amor del Todo. ¿Tu deseas seguirte identificando con nacionalidad, credo, estado civil, escolaridad, posición social, género? ¿Crees que ahí en la fragmentación puedes encontrar el Amor y la Paz del Todo?

©Fabiola de la Paz

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Unicidad en el cielo

de la lista - Las reglas del juego
Separad@ del Todoabarcador ¡imposible!

1 comentario:

june faria dijo...

Y el hacha seguía cortando árboles y los árboles seguían votando por ella. El hacha los convencía de ser una de ellos por tener la cacha de madera"
... Algo así leí...