lunes, marzo 06, 2006

Entre ceja y ceja

Conservo "entre ceja y ceja" esta idea que me ha sido útil para ilustrarme, ejemplificarme con un cuento fantasioso (como todos mis cuentos) la forma en que un componente del todo se percibe separado y no alcanza a distingüir la Totalidad, la Verdad que es sólo una.


Así va mi cuento:
Había una vez Un Cuerpo Humano, sólo uno, el Unico, la unicidad. En este cuerpo subsistían infinitos sitemas y subsistemas, mismos que le daban forma, lo conformaban. Así, había un sistema cardiovascular, un sistema nervioso, un aparato ocular, uno digestivo y todo lo que de anatomía hayas aprendido, eso es lo que lo conformaba. Bueno pues este cuerpo tenía extremidades, tronco y cabeza, en la cabeza había nariz, ojos, boca, orejas. Este cuerpo se mantenía o tenía su sustento en el amor, la energía de vida.

Un buen día, entre "ceja y ceja" precisamente LA CEJA con el libre albedrío decidió en ese momento no pensar en, con y a base del amor y por tanto entre "entre ceja y ceja" se imaginó a sí mismo como único, inigualable, distinto y ajeno al todo.

Esta ceja, se vió a si misma sola, tuvo miedo. Y para suavizar el terror que la ilusión de soledad le prodigaba comenzó por inventarse historias. Historias que le daban identidad de cejas, le daban una ficticia sensación de unión.

Los vellos de las cejas se autonombraron vellos superiores y se distinguieron asi mismos de cualquier otro vello capilar, que las más de las veces les parecían inferiores.

La ceja amalgaba esta supuesta unidad recurriendo a repetir sucesos pasados donde narraba cómo LA UÑA años atrás había arrancado sin piedad de la ceja aquel vello que era hermano de su tatarabuelo, entonces las cejas debían unirse contra la supuesta crueldad de la uña, de los dedos, de las manos.

LA CEJA no reconocía que el mismo calcio que la conformaba, era el elemento que constituía a los otros vellos y más aún, incluso era el elemento que conformaba a la UÑA. Ah no, pero la ceja no lo quería ver. Pensar que "uña y cejas estuvieran hechos de lo mismo" era una idea que atacaba a "su identidad". Suponer que la ceja era sólo un fragmento que formaba parte del Todo minaría la noción que ella tenía de si misma. Y la ceja no lo iba a permitir. Entonces como círculo vicioso recurría a narrar sucesos y a instrumentar mecanismos que provocaran la unión de las cejas, desconociendo que esta ficticia unión lamentablemente se daba a costa de la separación de la ceja con todos los demás.

La ceja fue un paso más allá, empezó a tener idea de las cejas naturales, las cejas canosas o de la tercera edad, la cejas pueriles o infantes, las cejas teñidas, las cejas decoloradas y estableció los mecanismos para "unir" y agrupar a las cejas según su apariencia, uso y clasificación.

La ceja percibió cejas lonjevas y cejas temporales y se dispuso a imaginarse las tareas a realizar necesarias para permanecer más tiempo con vida. Su ejercicio consistía en arquear las cejas, fruncir las cejas. Emociones que le convalidaban la idea de que la vida estaba hecha de emociones, las cuales sólo ella era capaz de expresar.

Esta ceja encontró la comprobación a la teoría que se había formado del mundo. Su teoría cada vez más compleja incluía clasificaciones, conceptos, códigos de conducta, preceptos, prejuicios, aseveraciones. Ninguna de sus teorías desvanecía por completo el estres y miedo, porque desconocía que este miedo era justamente producido por haberse concebido o imaginado como separada del todo.

La Ceja, no cejaba en su afán de buscar la paz. Paradójicamente fue en ese afán el que la llevó a librar las batallas más cruentas. Ya te seguiré contando otro día.
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Imaginate que el cuerpo se llamara "Juanito" y que la CEJA dijera "sólo yo soy Juanito". La piel dijera "No, yo soy Juanito", el corazón dijera "No, yo soy Juanito".

En realidad ¿Qué parte de Juanito no es Juanito? Ninguna, todas lo son. Pero Juanito en realidad es el Todo, el conjunto universal, la diversidad en su conjunto, la unicidad.

Ahora te pregunto: ¿qué parte de tu cuerpo NO eres tu? Tu que sabes que eres la suma de todas tus partes, ¿puedes vislumbrar cómo también tu cuerpo no es más que una parte en la suma del TODO?

Ahora te pregunto: ¿qué necesita hacer o qué acciones tiene que tomar una de tus partes (manos, ojos, boca, ceja) para que la reconozcas como tuya? No tiene que hacer nada, verdad. Tu quieres a tus partes porque son. No necesitan hacer nada.

Ahora te pregunto: ¿qué necesita hacer o qué acciones tiene que tomar una de tus partes para que la ames más o para evitar que la ames menos? Qué pendejada verdad. No hay nada que mis cejas puedan hacer o dejar de hacer que ocasione que yo las ame más o que las quiera menos. Lo mismo es cuando tu crees que tus acciones te acercan o alejan del amor de Dios.

Ahora te pregunto: Si la ceja pudo identificarse como ceja oscura, teñida, rubia, lonjeva y eso le ocasionó perder su paz, la paz de quien descansa en el Amor del Todo. ¿Tu deseas seguirte identificando con nacionalidad, credo, estado civil, escolaridad, posición social, género? ¿Crees que ahí en la fragmentación puedes encontrar el Amor y la Paz del Todo?
©Fabiola de la Paz


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Unicidad en el cielo

de la lista - Las reglas del juego
Separad@ del Todoabarcador ¡imposible!



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Suki por el cuento de la ceja ,esta muy bueno.Hablando del cuerpo aqui te envio este escrito budista en dode se analiza la realidad o no de cuerpo fisico, espero te guste.

Atagrasin
Si el cuerpo es uno con sus partes, ¿es el cuerpo una de las partes individuales o es el conjunto de ellas?

Si es una de las partes, entonces,
¿cuál de ellas es? ¿Es acaso las manos, la cabeza, la piel, el esqueleto, la carne o los órganos internos?

Si analizamos cada posibilidad, ¿es la cabeza el cuerpo?, ¿es la carne el cuerpo?, etc., descubriremos con facilidad que ninguna de las partes del cuerpo es el cuerpo.

Si ninguna de las partes del cuerpo constituye el cuerpo, ¿es el cuerpo el conjunto de sus partes? El conjunto de las partes del cuerpo no puede ser el cuerpo. ¿Por qué? Porque todas las partes del cuerpo son no-cuerpos y, por
lo tanto, ¿cómo es posible que un conjunto de no–cuerpos sea un cuerpo? Las manos, los pies, etc., son partes del cuerpo pero no el cuerpo en sí. A pesar de que todas estas partes estén unidas entre sí, aún no son más que partes del cuerpo, y no pueden transformarse por arte de magia en el poseedor de tales partes –el cuerpo–.

Si las partes del cuerpo no son el cuerpo, la única posibilidad que queda es que sea algo separado de sus partes; pero si todas las partes del cuerpo desaparecieran, no quedaría nada que pudiera llamarse el cuerpo. Hemos de
imaginar que todas las partes de nuestro cuerpo se transforman en luz y desaparecen. Primero desaparece la piel, luego la carne, la sangre y los
órganos internos y, finalmente, el esqueleto se transforma en luz y también desaparece. ¿Queda algo que sea el cuerpo? Nada; por lo tanto, no existe tal cuerpo separado de sus partes.

Hemos agotado todas las posibilidades de encontrar tal cuerpo. Las partes del cuerpo no son el cuerpo y éste no es algo separado de sus partes. No podemos hallar el cuerpo. Allí donde percibíamos un cuerpo de existencia
inherente, ahora percibimos su ausencia. Esta ausencia es su vacuidad, la falta de un cuerpo de existencia inherente.

Una vez hemos reconocido que esta ausencia es la carencia de un cuerpo con existencia inherente, meditamos sobre ella de manera convergente. Una vez más, examinamos nuestra meditación con vigilancia mental para asegurarnos de que estamos meditando en la vacuidad del cuerpo y no en una nada sin sentido. Si perdemos el significado de la vacuidad, hemos de repetir las contemplaciones previas para recuperarlo.

Como en el caso del yo, el hecho de que el cuerpo no pueda hallarse tras una investigación no implica que el cuerpo no exista en modo alguno. El cuerpo existe, pero sólo como una imputación convencional. Según la norma convencional, podemos imputar «cuerpo» al conjunto de miembros, tronco y cabeza; pero si intentamos señalar el cuerpo esperando encontrar un fenómeno
substancialmente existente, al que nos referimos con la palabra «cuerpo», no
lo encontraremos. Esta imposibilidad de encontrar el cuerpo es su vacuidad, la
naturaleza última del cuerpo; mientras que el cuerpo que existe como mera imputación es la naturaleza convencional del cuerpo.

A pesar de que es incorrecto afirmar que el cuerpo es idéntico al conjunto de la cabeza, el tronco y los miembros, no es erróneo decir que el cuerpo ha
sido imputado sobre este conjunto. Aunque las partes del cuerpo sean una pluralidad, el cuerpo es una unidad singular. «El cuerpo» es simplemente una imputación realizada por la mente que lo designa. No existe por la parte del objeto. No es incorrecto imputar un fenómeno singular a un grupo de varias cosas. Por ejemplo, podemos asignar la palabra singular «bosque» a un
conjunto de varios árboles, o «rebaño» a un grupo de ovejas.

Anónimo dijo...

Que bonito cuento! Gracias por compartirlo. Y ahora yo pregunto: Todos somos UNO.

¿Qué parte del Uno, qué parte de Dios, estás despreciando, cuando no reconoces

A tu hermano?

Saludos cariñosos de Rita Calderón

Anónimo dijo...

Anónimo:

Este comentario, me sirvió muchísimo en su día para entender lo del sistema inmune...y una serie de cosas...
Y me sirvió para dejarme de darme lástima y arranacar y trabajar hasta el final...
Estar en la Tarea con todos, para irnos todos juntos.
Este escrito, fué el inicio de una toma de decisión muy relevante...

¡¡¡Dios te bendiga¡¡¡

Te lo agradezco en el alma.