Como para Sherlock Holmes el título, "La Causa", siempre el ego anda buscando la causa de todo cuanto acontece afuera de si mismo, o bien haciendo recuentos históricos de sucesos que no están en el presente y que sólo hablan de división y juicio.
Basta, no daré ocasión de erigir enemigos externos a los que les atribuya el motivo o la causa del pesar, cuando lo único que muestra es una total ignorancia, o al menos amnesia:
Me olvidé de mi Verdadera Identidad.
Y ese olvido está costando caro,
me hace juzgar a mi hermano,
cuando afuera no hay nada,
¡ya estuvo! si reconozco que
El Todoabarcador Amor me creó a su imagen y semejanza,
afuera no hay nada.
No hay peligros acechando,
no hay enemigos a vencer,
sólo hay amor por todo alrededor.
No sé cómo recordar mi identidad,
entonces pido ayuda ¡Ven Espíritu Santo!
y el Espíritu Santo de inmediato me recuerda:
Texto Cap. 18.VIII.8
Un Curso de Milagros
La Causa con C mayúscula está adentro y desde ahí me alcanza.
Gracias Padre.
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